SIENDO TESTIGOS DE LA TRANSFORMACIÓN

Puedo recordar cuando me senté con la junta en los primeros años de La Casa, mientras tratábamos de determinar la dirección a seguir. Estábamos escuchando a muchos de los adolescentes responder una sola pregunta: “¿Cuál es el deseo de tu corazón?” ¿Y sabes cuál fue la respuesta que escuchamos una y otra vez? “Queremos conocer a nuestra familia.”

Muchos contaron historias de haber sido separados de sus familias sin oportunidad de despedirse. Otros hablaron de cómo sus familias los habían dejado atrás en busca de seguridad. Pero una y otra vez, la respuesta constante era poder, al menos, ver a su familia.

Eso nos llevó a preguntarnos si realmente conocíamos mucho acerca de la familia y la historia de cada niño. Sí, habíamos recibido a los niños en nuestro hogar y leído sus expedientes. Pero nos preguntamos: “¿Realmente conocemos sus historias?”

Así nació nuestro programa familiar. Buscar a las familias, conocer sus historias, evaluar lo que sería necesario para la reconexión e incluso, tal vez, la reunificación. No había una varita mágica, ni un plazo mágico, ni nada mágico cuando se trabaja con el dolor, pero hemos visto la mano de Dios obrar de maneras milagrosas sanando familias.

Quienes están en la primera línea de nuestro programa familiar son nuestros trabajadores sociales. Ellos hacen el arduo trabajo de buscar a las familias, construir relaciones y confianza, redactar informes para los distintos tribunales y planificar intencionalmente los tiempos de conexión. Sus agendas están llenas, pero también lo están sus corazones, deseosos de ver transformación.

No siempre llegamos a ver el fruto de las semillas que plantamos, pero este año ha sido muy especial. Este mes, un adolescente se ha reunido con su familia biológica. Hemos visto a una de nuestras adolescentes ser adoptada por sus padres de casa. Tenemos otros dos adolescentes que van a pasar vacaciones en casa y posiblemente se queden de forma permanente. Y otro niño está en proceso de adopción con antiguos padres de casa.

¡Celebra con nosotros este regalo que se nos ha dado de ver fruto, de ver transformación, de ver esperanza!