Cuando compramos el terreno donde se encuentra La Casa de mi Padre, sabíamos que invertir en la comunidad que nos rodea sería esencial para la seguridad, el crecimiento y simplemente para ser ejemplo de buenos vecinos. Con el paso de los años, muchos de nuestros vecinos han llegado a sentirse un poco como familia. Nos cuidamos mutuamente y nos apoyamos.
Existen muchas necesidades en la comunidad, y a lo largo de los años, la comunidad local nos ha pedido en varias ocasiones que ayudemos con diferentes proyectos. Nos sentimos bendecidos por ser considerados parte de la comunidad en su conjunto. No somos la solución, sino que ayudamos a la comunidad a ser precisamente eso entre ellos: una solución.
Una de las familias es conocida como los «Messi» porque a uno de los chicos le encanta el famoso jugador de fútbol llamado Messi. La familia tiene diferentes grados de necesidades especiales y han encontrado difícil conseguir trabajo estable. Sin embargo, son bastante ingeniosos. Tienen acuerdos con varios vecinos para proveer agua potable, lavar su ropa, lavar sus platos, bañarse. Otros vecinos les ayudan con comida cuando pueden. Van al mercado local para intentar vender frutas que han recogido de los árboles alrededor. Son definitivamente una familia resiliente.
Se encontraron en una necesidad desesperada de un techo nuevo. El antiguo techo de lámina de metal tenía muchos agujeros y ya no cumplía su función de protección, especialmente durante la temporada de lluvias. Su hogar se inundaba de agua cada vez que llovía. Se comunicaron con nosotros para ver si podríamos ayudar.
Presentamos la necesidad a un equipo de jóvenes que estaba de visita desde Atlanta, Georgia, y aceptaron con entusiasmo ir a ayudar a colocar nuevas láminas de metal en el techo. Fue un día en el que todos aprendimos mucho. Dios abrió los ojos de todos para ser agradecidos. El equipo vio cómo uno tiene que ser ingenioso, encontrando árboles para hacer nuevos postes para sostener el techo. El equipo lo llamó un concurso de leñadores en el que pudieron presenciar a los lugareños usando machetes para derribar árboles en cuestión de segundos. Habilidades que no necesariamente poseían. Pudieron presenciar la simplicidad de la vida en una comunidad rural, pero una comunidad llena de corazones que se cuidan mutuamente. Pudieron ser testigos de la gratitud que sentía la familia. Y Dios utilizó su disposición para mostrar que estaban dispuestos a cubrir necesidades.
Echa un vistazo a algunas fotos que se tomaron ese día, y extiende tu mano para ayudar a un vecino necesitado. Podrías sorprenderte de lo que podrías aprender.