La visión de La Casa de mi Padre es sanar los corazones, restaurar las familias y llevar la esperanza de un futuro mejor a los niños en crisis en El Salvador; creando agentes de cambio para las generaciones venideras, todo para la gloria de Dios. Hay una palabra en esa visión que ha sido difícil. Ha requerido intencionalidad. Ha requerido mantener un control sobre nuestros propios corazones. Esa palabra es familia.
Sí, nuestro modelo consiste en atender a los niños a los que servimos en entornos familiares. Hemos descubierto que eso aporta estabilidad y una sensación de seguridad en las vidas de los niños que vienen de lugares muy difíciles. Ha sido la base para trabajar en los corazones que han sido desgarrados e incluso dañados.
Sin embargo, esos mismos corazones anhelan la conexión con la familia biológica. Quieren saber de sus familias, hablar con ellas y verlas. Anhelan la restauración de su familia. Para ver las heridas que lleva el niño hay que mirar en lo más profundo de la estructura familiar.
Y nuestros trabajadores sociales que supervisan nuestro Programa Familiar son la clave para conectar con la familia. Empiezan intencionadamente con cualquier información que se nos facilite y profundizan en la búsqueda de los miembros de la familia. Evalúan las necesidades y las causas fundamentales de la separación y trabajan con la familia para crear un plan que guíe a todos por el duro camino de la restauración. Ayudan a la familia a encontrar los recursos que necesita. Caminan junto a la familia y la animan. Ayudan a construir un puente que lleve a la reconexión con el niño. Y nuestro corazón está a favor de la reunificación siempre que sea posible.
Es un trabajo complicado, pero hemos descubierto que es esencial. ¿Siempre hay éxito? No. Pero hay belleza en creer en lo posible. Hay belleza cuando los niños pueden conectarse con miembros de la familia biológica, ya sea una madre, un padre, una abuela, un hermano o hermana mayor, una tía o un tío. Hay belleza cuando las familias están dispuestas a hacer el duro trabajo que requiere abordar los problemas que han causado la separación.
Únase a nosotros para orar por nuestros trabajadores sociales y las familias biológicas de los niños a los que servimos. Que este trabajo sea el comienzo de la restauración familiar.